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23 de septiembre de 2019

Uruguay: Regresó el tren a Estación Central uruguaya abandonada

Exterior

Después de 17 años volvió a ingresar un tren en la antigua terminal central de Montevideo, cuya restauración y uso para otros fines culturales se debate hoy entre instituciones del país.

Al mediodía sabatino rodó por sus rieles una centenaria locomotora a vapor también por largo tiempo abandonada en un lejano taller del norte y puesta a punto por la Administración de Ferrocarriles del Estado (AFE) y por la Asociación Uruguaya de Amigos del Riel (AUAR).

La máquina fue declarada en 2010 Monumento Histórico Nacional, evocador de los tiempos de esplendor ferroviario, y solo volvió a la capitalina Estación Central, recientemente recobrada por el Estado, luego de un largo litigio con un empresario privado.


Desafectada de su función original, la atractiva edificación clásica estuvo cerrada por largos años y sufrió un considerable deterioro, por lo que la llegada de la locomotora de 1910 marcó un verdadero hito en la historia del país.

La organización Grupo de Pasajeros, que aboga desde hace años por la restitución del emblemático edificio a su cometido original como la principal terminal ferroviaria de la ciudad, saludó este arribo.


El presidente de la AFE especificó que se trató de una actividad organizada por la Municipalidad del lugar para un grupo de escuelas de la zona y que se repetirá con algunas otras máquinas antiguas para el fin de semana del Día del Patrimonio Nacional, el 6 y 7 de octubre.

Esta semana el Poder Ejecutivo y la Intendencia de Montevideo presentaron el llamado de ideas para definir el destino de la Estación Central con propuestas hasta el 30 de noviembre que cinco días después se someterán al público.

Las propuestas deberán incluir 'una dotación razonable de espacio público, ferroviario y peatonal', según un comunicado de la Presidencia, con el pedido de cómo se financiará.PrensaLatina.com

30 de enero de 2011

URUGUAY: UN VIAJE EN TREN CENTENARIO DESDE EL PUERTO A COLÓN

Los turistas que llegan a la capital desde los cruceros pueden conocer la ciudad en tren. Del Puerto a Colón, un paseo que invita al visitante a descubrir un Montevideo que ni los montevideanos conocen.

¡Este placer de alejarse!, diría Antonio Machado en su poema "El tren". Un viaje en tren, cuando justamente el tren ocupa parte un debate nacional sobre este medio de transporte y su necesaria revitalización, es lo primero que hacen algunos turistas que cambian cruceros blancos y flotantes por antiguos y largos vagones.

Anclado en el puerto, el ferrocarril espera. Centenario, de dos vagones, humeante y silencioso, a las 8.00 de la mañana ve pasar de cerca los gigantescos contenedores y elevadores que no dejan de operar en el puerto capitalino. A pocos metros del tren, el Queen Mary II apenas se mueve en las aguas del estuario.

Es que el tremendo buque crucero, con pasajeros en su mayoría ingleses, está amarrado por decenas de sogas al muelle cuatro. "Siempre pienso en que si un día uno de estos monstruos decide comenzar la marcha arrastrará toda la ciudad con él", afirmó convencido Milton, guardia de seguridad del puerto.

El crucero, que llegó en la madrugada de ayer a Montevideo, traía a bordo 150 pasajeros que llegaron al tren gestionado por la Asociación Uruguaya de Amigos del Riel (AUAR). Gestionado, refaccionado y orgullosamente cuidado por estos amigos que intentan mantener vivo aquellos bastiones del modernismo. Este tren traslada a los turistas desde el Puerto a Colón, y allí comenzaría una nueva etapa del recorrido de los visitantes por Montevideo y parte de Canelones.


Locos por las locomotoras

La locomotora inglesa Beyer Peacock número 120, reconstruida por la AUAR (institución cincuentenaria en el país), en 2010 cumplió 101 años. Había sido propiedad de la Administración de Ferrocarriles del Estado (AFE) y prestó servicios para esta institución hasta principios de 1990. Estuvo más de una década fuera de servicio, a la intemperie y ya destruida, sometida a las inclemencias del tiempo y el vandalismo. Hoy, gracias al cuidado de la AUAR, el tren está vestido de un elegante color lacre y negro.

El vagón que lleva la bomba de agua fue dejado alguna vez a la intemperie y luce prolijos dibujos de grafiti que no estaban en la idea original de la AUAR, pero curiosamente, si bien no mantiene la tónica de épocas que intenta reivindicar, es una llamativa combinación.

El vagón de máquinas pintado de rojo y negro, de ruedas al tono, lleva con una gran comodidad a los turistas en su primer paseo por la ciudad. En los vagones de origen holandés, los asientos (el tren tiene capacidad para 192 personas sentadas), tapizados de verde, con estructura de madera noble, mesa de cedro y vidrios blindados, son el deleite de los visitantes, que reconocen que "es bello, es como en Inglaterra", tal como Wilson le dijo a Sami, su esposa, en inglés, mientras comparaba nuestros trenes con sus compatriotas refinados.



El último tren

De la vista de contenedores, la máquina inglesa cruzó la rambla. Con mucha soberbia digna de los trenes, por su conocida potencia, como un rey hizo detener a todos a su alrededor tras la bajada de barrera que ni los enormes camiones cargueros u ómnibus internacionales pueden desconocer. Luego, la velocidad aumenta y la Torre de las Telecomunicaciones de Antel saluda el pasar del ferrocarril.

Muchos montevideanos desconocen este Montevideo, visto desde un tren, y los ingleses visitantes no dejan de descubrir en el paseo algunos detalles que para nosotros son comunes. La vista lejana del Cerro, la también lejana vista del Palacio Salvo. Otras torres que aparecen en el horizonte, y el cielo siempre celeste de la ciudad.

Más adelante, una vez dejada atrás la Torre de las Telecomunicaciones, la estación Batlle y Ordóñez y sus gordos tanques de combustible llaman la atención de los viajantes. Las estaciones Carnelli y Yatay pasan a un lado, y la sombra del viaducto en remodelación nos indica que definitivamente falta poco para el destino.

El kilómetro siete (a la altura de Sayago) fue la prueba de fuego para saber si el tren, tirado a vapor gracias al fuel oil pesado que lo impulsa, podía resistir una vez remodelado, tal como explicó Peláez. El repecho casi imperceptible encima del tren "cuesta subir, si no está en buenas condiciones", indicaron los guías del viaje.

En 1907, este tren podía viajar a cien kilómetros por hora. La antigüedad, el objetivo turístico y las actuales condiciones de las vías uruguayas impiden que alcance dicha velocidad. Su primo, otro tren remodelado por la AUAR, fue el protagonista junto a Federico Luppi, Héctor Alterio y Pepe Soriano de "El último tren", película que contaba la historia del rescate de Corazón de Fuego, y la intención de tres amigos por salvar la venta del tren bajo el lema "el patrimonio no se vende".

El último tren, que la AUAR mantiene con vida, es tanto el célebre de la película, como el que hoy es una carta de presentación para el turismo uruguayo.

El tren a vapor, mientras van por las vías de Montevideo, se cruza con los altos pastos al costado, otros trenes que no corrieron la misma suerte, gente que saluda (entre ellos los obreros del puerto que festejan el pasaje lento de las máquinas) y el humo que es como el aliento de un hombre que corretea por la ciudad manteniendo su paso firme sobre de dos vías de acero.

A las 9.53 llegamos a la Estación Colón. El tango que sonaba era "Volver" de Gardel, que un pasajero mexicano identificó de inmediato.

Una vez abajo del tren, da gusto volver a revisar la máquina, nuevamente en silencio, y recordando el elegante viaje con un centenar de viajeros en su mayoría ingleses. Porque como decía Machado "El tren camina, y la máquina resuella, y tose con voz felina ¡Vamos en una centella!".(Fuente y fotos: Diario La República)